A cinco años de Nôtre Dame analizamos la protección contra incendios en nuestros templos y catedrales
El 15 de abril de 2019 se produjo el terrible incendio de la catedral de Nôtre Dame, cientos de años de historia de cultura de patrimonio fueron devorados por las llamas.
Aquel impactante incendio hizo reflexionar en todo el mundo sobre las medidas de seguridad en el patrimonio histórico, en iglesias, templos y catedrales. Aunque muchas personas piensan que los templos son seguros porque sus muros y la bóveda son de piedra, sin embargo, para proteger la bóveda de la intemperie, se suelen emplear otros materiales, como son el plomo o el cobre, soportado por una estructura de madera.
Lo hemos visto estos días (16 de abril 2024) en otro incendio que ha destruido gran parte del histórico y emblemático edificio de la Bolsa de Copenhague del siglo XVII. Al ser un edificio antiguo “se compone de muchas construcciones de madera y el techo de cobre, mantiene el calor”, como informaron fuentes oficiales. En ambos caos, los edificios estaban en obras de restauración.
Y precisamente estas coincidencias son las que hay que tener en cuenta a la hora de la protección contra incendios. Algunos de los riesgos a los que se enfrenta este tipo de edificios, según informes de las aseguradoras, el 30% de los incendios son precisamente causados por trabajos en caliente, como fue el caso de la catedral de París.
En España se contabilizan 93 templos, entre catedrales, basílicas, monasterios e iglesias singulares acogidos al Plan Nacional de Catedrales (1997), entidad encargada de proteger y conservar este patrimonio histórico español, integrado por Estado, Comunidades Autónomas y Conferencia Episcopal.
En el “Manual Básico de Seguridad y Protección contra Incendios en Ciudades Patrimonio”, incluido en el Plan Nacional de Patrimonio Histórico, que depende del Ministerio de Cultura, sin embargo, en la carta de riesgos para las catedrales, no se contempla el riesgo de incendio. Como cada templo está gestionado por un consejo diferente, existe variedad de criterios y diversidad en la adopción de los Planes de Autoprotección, por lo que no existe un marco armonizado para la protección contra incendios (PCI) en las catedrales.
En las instrucciones del “Manual Básico de Seguridad y Protección contra Incendios en Ciudades Patrimonio de la Humanidad”*, se reconoce fundamental el papel que deben jugar todos los implicados, desde los Servicios de Bomberos hasta los trabajadores y responsables de seguridad y mantenimiento de las instalaciones para garantizar que el patrimonio artístico, religioso y cultural de una catedral pueda perdurar. Para ello hay que planificar una serie de acciones tendentes a evitar o minimizar los daños que pudieran derivarse de un incendio.
La planificación de riesgos y la gestión de emergencias forman parte del proceso en el cual el material a proteger son obras de interés cultural: obras de arte o sitios históricos. Los responsables de seguridad deben determinar las principales fuentes de riesgo, establecer protocolos de trabajo para el salvamento y crear los recursos necesarios para el éxito del plan.
Un plan de PCI debe abordar la salvaguardia del edificio y su contenido (obras de arte, objetos de culto) desde tres fases de trabajo: Una fase preventiva, una segunda fase de extinción y salvamento; y una tercera de recuperación.
En la primera fase preventiva es necesario realizar un estudio de riesgos, con el fin de corregir las diferentes situaciones que pueden generar peligro. Durante esta fase es necesario inspeccionar cuidadosamente el edificio, sus instalaciones y si el mantenimiento es el adecuado.
En la fase de extinción y salvamento entran en juego los sistemas contra incendios instalados y los protocolos de trabajo para enfrentarse al incendio: cómo se debe proceder, desarrollo de un sistema de comunicación, etc. Una de las decisiones más trascendentales en la planificación de un incendio es la de la asignación de responsabilidades y la creación de una cadena operativa que determine con claridad quién es la persona encargada de tomar las primeras decisiones.
La última fase, denominada “de recuperación” se centra en establecer cómo se procederá para recuperar la normalidad. Planificando la fase de recuperación, el equipo responsable deberá seleccionar los medios disponibles para la conservación de las obras salvadas.
En España queda aún un camino por recorrer para mantener protegidas iglesias de interés histórico y catedrales. Urge la inclusión del riesgo de incendio en el Plan Nacional de Catedrales, y que dicho riesgo tenga en cuenta el asesoramiento de los especialistas en la materia. Esta carencia ha alertado a las autoridades españolas que convocaron un Consejo de Patrimonio Histórico extraordinario con el fin de analizar los planes de emergencia en catedrales y templos singulares. Para ello, se deben adjudicar cantidades económicas suficientes en el presupuesto anual.
La protección contra incendios en catedrales y templos de interés histórico patrimonial debe ser acometida del mismo modo que se hace con un museo. Requiere sistemas y elementos desarrollados específicamente para su salvaguarda, agentes para la extinción que no sean dañinos pero sí eficaces en la extinción, con total garantía del cuidado de las obras. Algunos de los sistemas más eficaces son: la detección de incendios precoz, con conexión a una central receptora de alarmas de incendio y que active las funciones de control programadas, y la instalación de rociadores automáticos en el falso techo de la estructura.
Además es imprescindible realizar el adecuado mantenimiento, como garantía de la eficacia de unos equipos que no se usan salvo en condiciones extremas. Para realizar un correcto mantenimiento, se deben cumplir los requisitos señalados en el Reglamento de instalaciones de protección contra incendios, RIPCI, como por ejemplo, las empresas instaladoras y mantenedoras deben estar habilitadas, tener el certificado de calidad del sistema de gestión de la calidad (ISO9001), realizar los mantenimientos periódicos, guardar las actas de mantenimiento , disponer del carnet de habilitación profesional de los operarios para la realización de las labores de mantenimiento, etcétera.
Desde TECNIFUEGO insistimos en que existen variedad de sistemas adaptados a las necesidades de cada edificio singular y de su contenido, incluidas las obras de arte. Bajo el asesoramiento experto, y una inversión adecuada, el patrimonio histórico y cultural estará a salvo.
Documentación: http://www.ciudadespatrimonio.org/publicaciones/seguridad-incendios-ciudades-patrimonio2.pdf