“OBJETIVOS Y RETOS PARA LA PROTECCION ACTIVA CONTRA INCENDIOS”
Las inversiones que se realizan en seguridad contra incendios no son a menudo vistas como tales por las empresas, sino más bien como una obligación o un gasto que es preciso optimizar, esto desemboca muchas veces en que se tienda a “cumplir lo mínimo para estar dentro de la ley”. Una de las claves para dar valor a estas inversiones, es conseguir que se entienda su importancia y para ello, es preciso que se perciba por los usuarios su utilidad y eficacia, y esto les genere la confianza que merecen.
El objetivo final de nuestra actividad, sin lugar a duda, es la de proteger a las personas y los inmuebles. El desarrollo de todos los sistemas y tecnologías de protección activa contra incendios tienen ese cometido y por tanto ese fin, pero esto ¿podemos asegurarlo?, es decir,
¿Los sistemas de protección activa contra incendios cumplen su cometido realmente
¿Perciben los usuarios la utilidad y eficacia de estos sistemas?
¿Hacemos un buen uso, efectivo y adecuado, de los mismos?
El desarrollo tecnológico y normativo de la protección contra incendios en las últimas décadas nos ha llevado a impulsar con una mayor exigencia la necesidad de prescribir y regular estos sistemas, si bien, nos hemos ocupado menos de dar respuesta a las anteriores preguntas.
Las inversiones que se realizan en seguridad contra incendios no son a menudo vistas como tales por las empresas, sino más bien como una obligación o un gasto que es preciso optimizar, esto desemboca muchas veces en que se tienda a “cumplir lo mínimo para estar dentro de la ley”. Una de las claves para dar valor a estas inversiones, es conseguir que se entienda su importancia y para ello, es preciso que se perciba por los usuarios su utilidad y eficacia, y esto les genere la confianza que merecen.
En este punto nuestra primera reflexión sería el preguntarnos ¿qué percepción tienen los usuarios de los sistemas de protección activa respecto a su utilidad y eficacia?, ¿confían en ellos? Algunos ejemplos “críticos pero reales” que pueden representar esta percepción son:
…/ La central de incendios no funciona bien porque siempre “pita” y nunca averiguamos cual es el motivo, además, como tampoco estamos cerca; a veces ni oímos el pitido, por eso lo hemos anulado /...
… / Hicimos una importante inversión en un sistema de detección de última tecnología, pero lo tenemos anulado porque daba muchas alarmas /…
… / Como se disparó varias veces el sistema de extinción, no nos enterábamos cuando ocurría y además nos generó un problema en uno de los servidores de nuestro CPD; decidimos anular su funcionamiento automático. No confiamos en este sistema /…
… / Al hacer el ultimo simulacro de emergencia no se liberaron las puertas de emergencia y se rompieron algunos conductos y compuertas de la climatización, porque la maquina de aire no se paró… el departamento de prevención generó una no conformidad grave. Desde antes que se instalara el nuevo sistema de detección y alarma no habíamos realizado esta prueba, y creíamos que estas actuaciones funcionaban correctamente /…
Igualmente en esta análisis de percepciones, es fundamental distinguir entre los sistemas de protección activa que sirven para proteger a los usuarios y los que sirven para proteger los inmuebles o bienes, es decir, el usuario en general percibe la protección contra incendios a través de un sistema de detección y alarma o de un extintor manual, mucho antes que a través de un sistema de extinción automático mediante un agente gaseoso, por ejemplo; dado que los primeros son con los que más frecuencia interactúa o atiende, y por tanto, los que habitualmente más conoce o “sufre” según se analice.
¿Como podríamos cambiar estas percepciones y mejorar la confianza de los usuarios?, la respuesta es sencilla, asegurándonos de que la protección activa cumpla su finalidad y el usuario confíe en los sistemas, para ello hemos de garantizar qué desde el diseño a la intervención, pasando por la instalación y el mantenimiento, todo se realice con “criterio” y con una “visión de conjunto”, es decir, asegurarnos por ejemplo de no solo garantizar la actuación propia del sistema que instalemos, sino también de que el resto de actuaciones y maniobras que se derivan de este a otros sistemas quedan también identificadas, asegurará que la protección activa será eficaz y por tanto que el usuario lo identificará como tal.
Es evidente que nuestra responsabilidad no puede ni debe asumir aquellas que no nos competen, pero también es evidente que nuestro trabajo no tendrá sentido si el sistema no cumple finalmente su cometido y el usuario no confía en él.
Qué pasos debemos dar para reconducir esta situación, lo primero de todo, dar el valor que merece a nuestro trabajo y la importancia que se requiere a nuestra profesión, siendo exigentes con nosotros mismos y con lo que hacemos, no solo cumpliendo una prescripción o una normativa al diseñar, instalar o mantener los sistemas, sino también, estar convencidos y convencer al usuario de que lo que hemos diseñado, instalado o mantenemos realmente cumple su cometido.
El presente, que ya no el futuro, nos hace cada vez más exigentes en la información y la comunicación, queremos una explicación, un análisis e incluso un informe de forma inmediata y si no lo tenemos, dejamos de confiar o buscamos una alternativa para obtenerlo. Nuestra actividad y nuestros sistemas deben ser capaces de tender a esto con urgencia, si no somos capaces de atender a lo que la sociedad nos demanda nuestros sistemas dejarán de ser entendidos y serán cada vez incluso menos valorados
Tenemos mucho trabajo por delante, y también la suerte de ejercer una profesión de gran utilidad y responsabilidad social, todo nuestro esfuerzo debe encaminarse a conseguir por tanto estos retos y objetivos.