Rociadores residenciales en el hogar: La prevención y protección contra incendios nos afecta a todos.

Un año más, 2019 nos ha dejado un alto número de muertes en viviendas. Es una constante, principalmente en los meses fríos del año. Esto es debido a que la mayoría de los incendios domésticos son producidos por un mal uso o un mantenimiento deficiente de los elementos de calefacción y eléctricos en las viviendas. Las causas más comunes suelen ser, cigarrillos o velas mal apagados, elementos calefactores obsoletos o próximos a materiales combustibles, conexiones eléctricas saturadas, chimeneas sin supervisión, braseros, etc. 

Autor: Luis Rodríguez, coordinador Comité Ingeniería, Instalación y mantenimiento de sistemas y equipos. TECNIFUEGO
Publicado:
16-05-2021

Un año más, 2019 nos ha dejado un alto número de muertes en viviendas. Es una constante, principalmente en los meses fríos del año. Esto es debido a que la mayoría de los incendios domésticos son producidos por un mal uso o un mantenimiento deficiente de los elementos de calefacción y eléctricos en las viviendas. Las causas más comunes suelen ser, cigarrillos o velas mal apagados, elementos calefactores obsoletos o próximos a materiales combustibles, conexiones eléctricas saturadas, chimeneas sin supervisión, braseros, etc.



 A estos desencadenantes hay que sumarle otra casuística que se repite terriblemente año tras año: la mayoría de las víctimas viven solas, son de edad avanzada o de corta edad. Esto significa que, una vez más, son los más desprotegidos los que sufren las mayores consecuencias.



Pero esto son sólo datos, frías estadísticas que, al ser un goteo de víctimas, evitan que la opinión pública y nuestros legisladores puedan considerar la gravedad del problema. Y todo ello se ve agravado por el hecho de que hay soluciones de probada fiabilidad y bajo coste que reducirían drásticamente, no solo el número de víctimas mortales, sino también los heridos y las pérdidas materiales. Las principales soluciones son el detector de humos y el rociador automático.



El detector de humos es un equipo que detecta las partículas de humo en la estancia donde se ha producido el incendio. Si está adecuadamente mantenido, el sistema no precisa de intervención humana y avisa a los inquilinos de la presencia de fuego en su hogar. Además, si el propietario así lo desea, la alarma se puede transmitir al exterior de la vivienda, avisando al resto de inquilinos y al servicio de emergencias, lo cual acorta el tiempo de respuesta de ayuda y disminuye las posibilidades del incendio de producir víctimas.



Los rociadores automáticos añaden al elemento detector la descarga de agua, es decir el control del incendio de manera automática para que éste sea extinguido por medios manuales. Se instalan en todas las estancias, donde, en caso de incendio, descargan automáticamente agua exclusivamente sobre el área afectada por el fuego. De esta manera, previenen el crecimiento del incendio, pudiendo llegar a extinguirlo en la mayoría de las ocasiones, minimizando los daños producidos por el fuego y facilitando la huida de las personas.  Por su diseño, además, son detectores térmicos que avisan de la existencia de fuego en el hogar. Al igual que los detectores de humos, la alarma puede hacerse extensiva al resto de inquilinos y al servicio de emergencias.



Un rociador automático es un sistema contra incendios siempre activo, dispuesto a descargar agua ahí donde sea necesario. Está alerta las 24horas, los 365 días del año.



 



 



Pero, ¿cómo funciona un rociador automático?



Los rociadores se instalan en el techo o las paredes, y conectados a una red de tuberías que los alimenta continuamente de agua. Su diseño, simple y fiable, los convierte en válvulas automáticas que se abren por exceso de temperatura, exclusivamente sobre el área afectada. Esta red de tuberías se alimenta desde un grupo de bombeo dedicado, o directamente desde la acometida pública de agua, si existe el caudal y presión suficientes.



Por todo ello, son el sistema perfecto para reducir drásticamente los efectos de los incendios en cualquier riesgo, incluyendo viviendas. Aunque, sin duda, la mejor opción es la instalación de ambos sistemas, ya que son complementarios.



Si tenemos en cuenta que, debido a los cambios de composición de los materiales del mobiliario y nuestras pertenencias, con un incremento notable en plásticos y resinas combustibles, el tiempo medio disponible para escapar de un hogar en el que hay un incendio ha pasado de 17 minutos en 1975 a 3 minutos en la actualidad. Por ello, es igualmente importante la detección y el control, como la extinción del incendio. Según las estadísticas, en un hogar con rociadores automáticos y detección de humos, el riesgo de morir en un incendio se reduce un 83% en comparación con el mismo hogar sin ningún sistema instalado.



Pese a que el rociador automático es una tecnología con más de 140 años de experiencia, manteniendo el mismo principio básico, pero con una mejora continua de materiales y eficacia, hay una serie de mitos y falsedades que conviene aclarar. Algunos de estos mitos y falsedades se refieren a las posibles fugas de agua o activaciones accidentales, a su estética y a su coste.



Sin embargo, una instalación de rociadores, de cualquier tipo, realizada por profesionales de una empresa competente y con materiales de buena calidad, debe estar 100% libre de posibles fugas de agua.



En cuanto a las activaciones accidentales, es una falsedad. Los rociadores automáticos únicamente se activan cuando la temperatura ha excedido su temperatura de funcionamiento, la cual está tarada en fábrica.



Otro mito es la estética:  en el pasado, su apariencia era poco decorativa y sobresalían mucho del techo. Sin embargo, los nuevos rociadores para uso doméstico pueden ser casi invisibles, ya que van cubiertos por una tapa que puede ser pintada en fábrica del color deseado. Además, gracias a la tecnología de gran cobertura, son necesarios menos rociadores, por lo tanto la mayoría de las habitaciones se protegen con un solo rociador.



 



 



También el precio es uno de los falsos mitos a los que se enfrentan los rociadores automáticos, pero veamos datos reales de una instalación de rociadores:



Para una vivienda de 3 dormitorios (115 m2) con 8- 9 rociadores es suficiente para dar una protección total, y el coste será de entre 2.300 y 3.000 € (20 - 25€ / m2); en el caso de 4 dormitorios (140 m2) con una instalación de 10-11 rociadores, el coste será de entre 2.900 y 3.500 € (21 - 25 €/ m2), y una vivienda unifamiliar (230 m2), con 20-24 rociadores instalados sería suficiente, y su coste ascenderá a 5.000 o 6.200 € (21 - 27 €/ m2).



Es decir, la protección total de cualquier vivienda con un sistema de rociadores automáticos, supone alrededor de un 1 % del precio total de la vivienda. Este precio incluiría también la instalación de detectores puntuales de humo.



Otro mito, son los daños que causa un rociador automático al activarse. Nada está más lejos de la realidad, ya que, gracias a su activación automática, el daño causado por el incendio se limita únicamente a la habitación en la que se produce, y al descargar sobre el foco del incendio la apertura de un solo rociador, es estadísticamente suficiente para controlar y apagar un incendio.



Por lo tanto, la tecnología existe, está suficientemente probada, su funcionamiento está contrastado y normalizado, y es de uso obligatorio cada año en más países socio-económicamente similares al nuestro.



Solo resta una acción por tomar: que tanto las autoridades como las compañías de seguros tomen conciencia de que tenemos un grave problema con una solución muy simple y económica.



Los incendios matan, pero la protección para evitarlo es posible

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