¿Será el Covid-19 el desencadenante para que empecemos a gestionar el monte?
En nuestros bosques cada vez se está acumulando más cantidad de biomasa (combustible) que con el cambio climático aumenta su capacidad de ignición. Estudios recientes demuestran que hay una relación directa entre el calentamiento global y el aumento de la superficie quemada en la Europa mediterránea.
En las estanterías de los supermercados podemos encontrar productos procedentes de todas partes; ya no es necesario esperar a una época del año para comer una determinada fruta. En nuestras casas tenemos muebles fabricados con madera de árboles procedentes de cualquier parte del mundo.
Este modelo socioeconómico actual agrava la crisis climática que vivimos y los expertos aseguran que el cambio climático es uno de los factores que está provocando que los incendios forestales que hemos sufrido en la última década en Portugal, Grecia, EEUU, Australia, … sean cada vez más devastadores y lleguen a latitudes donde hasta ahora no eran habituales.
En nuestros bosques cada vez se está acumulando más cantidad de biomasa (combustible) que con el cambio climático aumenta su capacidad de ignición. Estudios recientes demuestran que hay una relación directa entre el calentamiento global y el aumento de la superficie quemada en la Europa mediterránea.
Con el Coronavirus hemos tenido dificultades para abastecernos de respiradores, mascarillas, batas, gafas, guantes o geles, porque no llegaban de las lejanas fuentes de suministro habituales y en los momentos de máxima necesidad reconvertimos nuestras casas y empresas para fabricar estos productos indispensables. Algunos gobiernos se están planteando si en el futuro debemos seguir dependiendo de proveedores tan lejanos para productos tan básicos. A raíz de la pandemia nos hemos confinado en casa y ello nos ha permitido apreciar la importancia del producto de proximidad, los productos de nuestro territorio.
El territorio es una expresión del modelo de la sociedad en la que vivimos; el paisaje define el tipo de economía, el modelo energético, la apropiación de recursos o sus sectores productivos. Vivimos en una sociedad que hasta ahora no ha valorado suficientemente la importancia del sector primario; lo que ha provocado la despoblación rural, el abandono de cultivos y la no planificación del monte.
Es imperativo gestionar el monte con criterios de sostenibilidad, aprovechando la biomasa como combustible, con la extracción de madera para la fabricación de los muebles de nuestras casas, con agricultura extensiva y más rebaños; en definitiva, más diversidad de nuestro ecosistema. Con nuestras decisiones como sociedad y como individuos creamos el territorio en el que vivimos, fabricamos nuestro entorno. Debemos dejar de vivir de espaldas al monte.
Desde hace tiempo los expertos alertan que es imprescindible una gestión integral del territorio, para que éste sea más resistente y resiliente a los incendios. Quizá en este momento tenemos la oportunidad de empezar a hacerlo.
Dos últimos apuntes: es posible que como la lucha contra la pandemia esté requiriendo de recursos económicos que no estaban previstos, algunas instituciones pueden tener la tentación de recortar tanto en las dotaciones económicas destinadas a la prevención (limpieza del monte, de zonas de interfaz urbano-forestal, creación de zonas cortafuegos, …) como en las dotaciones destinadas a la extinción (material de extinción, equipos humanos, …). Esta situación puede agravar el riesgo, teniendo en cuenta que la emergencia climática que sufrimos provoca campañas contra incendios forestales cada vez más largas y por tanto requiere cada año más inversión.
Por último, agradecer a los sanitarios, a los servicios esenciales, a los voluntarios y a todos los que han intervenido durante la pandemia, y entre otros, a los bomberos, que han realizado tareas de desinfección, traslados, etcétera. Muchas gracias a todos ellos.